Autoconciencia y escucha activa

Viernes 25 marzo 2011 12:55
Escrito por Rosó Marcellés Doménech

La autoconciencia es el pilar fundamental de la Inteligencia Emocional y de la eficacia y eficiencia personal, académica y profesional. La autoconciencia o la capacidad de “poner nombre”, de racionalizar y saber entender qué pasa en nuestro mundo interior y en nuestro entorno, es la gran particularidad que nos hace humanos y que nos conduce al autoliderazgo.

Para poder desarrollar todo su potencial, el ser humano precisa de una interacción y de un diálogo entre sus conciencias: la conciencia corporal o física, la conciencia mental, la conciencia emocional y la conciencia espiritual. Sólo y exclusivamente cuando existe un diálogo armónico entre conciencias, puede nacer un proceso de cambio en la persona.

Partiendo de la apertura de la escucha activa, que permite una conexión y un diálogo entre el mundo cognitivo y el mundo emocional, es posible inhabilitar patrones neuronales para crear y reforzar nuevos circuitos cerebrales que permitan al ser humano iniciar cualquier proceso de cambio. Desaprendemos para aprender.

En todo proceso de cambio se distinguen varias etapas:

1. AUTOCONCIENCIA

2. AUTOCONOCIMIENTO

3. AUTOACEPTACIÓN

4. AUTOVOLUNTAD (VOLUNTAD DE CAMBIO)

5. AUTOCONFIANZA

6. AUTOLIDERAZGO

En sus últimas décadas, el mundo Occidental ha sido dominado por un modelo social que, fomentando un ritmo acelerado de vida en el que la prioridad del tener por encima del ser y del aparentar por encima del mostrar el verdadero yo, ha provocado que las personas piensen, sientan y actúen por caminos divergentes, causando una pérdida del eje de conexión entre sus conciencias que lleva al ser humano a un estado de estrés, de inquietud y de nerviosismo.

Cuando el estrés, la inquietud y el nerviosismo se apoderan del ser humano, queda afectada a nivel mecánico y neurofuncional la escucha activa, el nivel intelectual y el nivel de comunicación se ven alterados, desembocando en un proceso de inseguridad y de ansiedad que deriva, habitualmente, hacia trastornos funcionales a nivel de sistemas ejecutivos cognitivos, psicoemocionales y físicos, o a problemas de salud más importantes debido a la progresiva afectación del sistema inmunitario humano.

Restaurar una escucha activa a nivel mecánico y neurofuncional como APTITUD, que nos devuelva  al potencial de la autoconsciencia es posible. La estimulación auditiva neurosensorial a través del método Tomatis-Solisten es la herramienta práctica que, incidiendo sobre unos de los canales sensoriales más importantes del ser humano, el oído, permite devolver al cerebro todo su potencial.

Lectura recomendada: La Brújula Interior, de Àlex Rovira

Y la próxima semana: “Autocontrol y Coherencia Fisiológica”

Inteligencia Emocional y herramientas prácticas para alcanzarla

Lunes 14 marzo 2011 13:14
Escrito por Salomé Altimira Herce

En 1996, Daniel Goleman hizo un gran favor a la humanidad con la publicación de su bestseller La inteligencia emocional, en el que define el término inteligencia emocional y las numerosas investigaciones científicas que demuestran la importancia de las emociones en el bienestar y el rendimiento de las personas. Goleman considera que la inteligencia emocional se fundamenta en cinco pilares o capacidades: conocer las emociones y sentimientos propios; manejarlos; reconocerlos; crear la propia motivación; y gestionar las relaciones.

Según Goleman, “las personas con habilidades emocionales bien desarrolladas tienen más probabilidades de sentirse satisfechas y ser eficaces en su vida y de dominar los hábitos mentales que favorezcan su propia productividad; las personas que no pueden poner cierto orden en su vida emocional libran batallas interiores que sabotean su capacidad de concentrarse en el trabajo y pensar con claridad”. A menudo, personas con un gran coeficiente intelectual y con éxito profesional, consideradas a ojos de todos inteligentes, fracasan en su vida privada y en las relaciones sociales. En cambio, personas con un coeficiente intelectual menor, tienen mejor capacidad comunicativa y son capaces de influir en un grado mayor. ¿Por qué? Porque las emociones y el autocontrol y autogestión de éstas juegan un papel importantísimo en nuestro bienestar y en nuestro rendimiento.

La falta de autogestión emocional provoca un bloqueo de las capacidades cognitivas y de raciocinio a consecuencia de un proceso neuropsicológico. Para conseguir restaurar aptitudes cognitivas y una inteligencia emocional óptima es necesario tener autoconciencia y autocontrolcomo los dos pilares fundamentales. La suma de autoconciencia o saber entender lo que pasa en nuestro mundo interior y nuestro entorno, y de autocontrol, definido como la capacidad de controlar nuestras emociones, sobre todo las negativas, conduce a la persona al autoliderazgo y a la inteligencia emocional con resiliencia. Para tener autoconciencia es necesario una escucha activa a nivel neurofisiológico además de unaactitud proactiva y para gozar de autocontrol con resilienciaes básico llegar y saber mantenernos en coherencia fisiológica.

¿Existen herramientas prácticas y objetivas para alcanzar la autoconciencia y el autocontrol emocional?

Un paso adelante en la nueva década del siglo XXI es poner al alcance de la sociedad las herramientas prácticas que permiten alcanzar esta inteligencia emocional de manera permanente como aptitud y no tan sólo como actitud, incidiendo directamente en el cerebro emocional y cognitivo. El método Tomatis-Solisteny la tecnología emWave son dos de estas herramientas prácticas.

Lectura recomendada: La inteligencia emocional, de Daniel Goleman

Y la próxima semana… “Autoconciencia y autocontrol, escucha activa y coherencia fisiológica”

A3: Actitud + Aptitud + Acción

Viernes 4 marzo 2011 11:41
Escrito por Rosó Marcellés Doménech



Como decíamos en un post anterior, el ser humano es un ser integral, un todo, cuyo cerebro no sabe discernir entre las diferentes parcelas de su vida, aunque estemos convencidos de que ello es posible. De nada sirve pensar que los problemas personales no se trasladan al ámbito profesional, o que los problemas profesionales se quedan en la oficina. ¡No es cierto! De nada sirve someterse a situaciones de relajación durante el fin de semana, si volvemos a una misma dinámica el lunes. De nada sirve realizar largas jornadas de formación en la empresa, o duros entrenamientos deportivos, o pasar horas y horas estudiando, si los efectos se desvanecen al cabo de 15 días.

Pero, ¿dónde están la clave del óptimo rendimiento y la eficiencia y eficacia personal, académica o profesional de manera permanente? El secreto está en la suma de tener las APTITUDES + ACTITUDES + PASAR A LA ACCIÓN (A3).

La actitud, entendida como la predisposición positiva para llevar a cabo o conseguir algo, es clave, pero no basta. ¡Podemos querer y no poder! Podemos tener la actitud correcta, pero debemos de tener aptitudes innatas a nivel neurofisiológico y aptitudes adquiridas a través de un aprendizaje intenso y anclado como nueva red neuronal, que permitan al ser humano llevar a la acción todo su potencial y que éste se mantenga de manera permanente.

El miedo, la ansiedad, el cansancio y el estrés sin autoconsciencia ni autogestión afectan a nuestra fisiología provocando una inhabilitación neurofuncional de APTITUDES innatas, como la pérdida de la capacidad de la escucha o la Coherencia fisiológica, por ejemplo, y APTITUDES adquiridas, como bloqueos y pérdida de habilidades y talento que acaban incidiendo en nuestro rendimiento, eficacia y bienestar personal. Estas “inaptitudes”, de forma sostenida, conducen a la apatía y al bloqueo de nuestras funciones cognitivas ejecutivas básicas: disminuye la concentración, la capacidad de comunicación, la creatividad, la toma de decisiones correcta sin indecisión, el autocontrol emocional y, en consecuencia, nuestro rendimiento personal, profesional o académico y, evidentemente, a largo plazo, nuestra salud física.

Lectura recomendada: “Madera de Líder”, de Mario Alonso Puig

Y la próxima semana… “La inteligencia emocional”

Los tres cerebros: reptiliano, límbico y neocórtex

Lunes 21 febrero 2011 11:18
Escrito por Salomé Altimira Herce

Los tres cerebros

Los tres cerebros

En esencia, el cerebro humano consta de tres formaciones o cerebros independientes. Cada uno de estos cerebros posee su propia inteligencia, su propia subjetividad individual, su propio sentido del tiempo y el espacio y su propia memoria, además de otras funciones*. Estos tres cerebros son, en orden de evolución, el cerebro reptiliano, el límbico y el neocórtex. Los tres cerebros están interconectados a nivel neuronal y bioquímico y cada uno controla distintas funciones de nuestro cuerpo, afectando directamente a nuestra salud, bienestar y rendimiento personal, profesional o académico.

El  reptiliano regula las funciones fisiológicas involuntarias de nuestro cuerpo y es el responsable de la parte más primitiva de reflejo-respuesta. No piensa ni siente emociones, sólo actua cuando nuestro cuerpo se lo pide: control hormonal y de la temperatura, hambre, sed, motivación reproductiva, respiración… Por encima del reptiliano, tenemos el sistema límbico, almacén de nuestras emociones y recuerdos. En él se encuentra la amígdala, considerada la base de la memoria afectiva. Entre las funciones y las motivaciones del límbico están el miedo, la rabia, el amor maternal, las relaciones sociales, los celos… Por último, tenemos el neocórtex o cerebro racional, que es quien permite tener conciencia y controla las emociones, a la vez que desarrolla las capacidades cognitivas: memorización, concentración, autoreflexión, resolución de problemas, habilidad de escoger el comportamiento adecuado… es la parte consciente de la persona, tanto a nivel fisiológico como emocional. Para hacerlo más fácil y comprensible, agruparemos el primer y el segundo cerebro y lo llamaremos cerebro emocional inconsciente; y al tercero, lo llamaremos cerebro racional consciente.

Buena parte de responsabilidad en conseguir este estado de salud integral recae en la estructura llamada amígdala del sistema límbico, que condiciona nuestros sistemas ejecutivos y de autocontrol emocional (neocórtex), a la vez que condiciona nuestra salud física (reptiliano). Cuando el estrés se apodera de nosotros, la amígdala se activa, no funciona con normalidad y esta alteración provoca que el cerebro no procese adecuadamente la información sensorial que le llega a través, principalmente, del oído, y de otros sentidos. Es entonces cuando la persona reacciona con impulsividad y se bloquean las funciones del neocórtex: los sistemas ejecutivos y de autocontrol emocional, que influye negativamente en nuestro bienestar y, en consecuencia, en nuestro rendimiento.

¿Quién no se ha bloqueado ante una situación de miedo, angustia o estrés?

Lectura recomendada: “Desarrolla tu cerebro”, de Joe Dispenza.

Y la próxima semana… “Aptitud+Actitud+Acción”

*MacLean, P.D., “The Triune Brain in Evolution: Role in paleocerebra functions”, Plenum Press, Nueva York 1990.

Pensar, sentir y actuar: tres conceptos, tres cerebros

Viernes 11 febrero 2011 16:14
Escrito por Salomé Altimira Herce

El neurólogo Antonio Damásio, profesor de Neurociencia, Neurologia y Psicologia de la Universidad de Southern California donde dirige el Instituto del Cerebro y la Creatividad, dice que las emociones se representan en el teatro del cuerpo, mientras que los sentimientos se representan en el teatro de la mente. Podríamos decir que las emociones son físicas y públicas, mientras que los sentimientos son mentales y privados. Aunque las emociones, los sentimientos y los pensamientos son tres conceptos distintos en su significado, comparten el bucle del cerebro-cuerpo-cerebro y el equilibrio entre los tres, pensar, sentir y actuar en una misma dirección, es la base del bienestar y el rendimiento. Pero vayamos por pasos, ¿qué es un pensamiento? Y ¿un sentimiento?, Y ¿una emoción? Y ¿cómo afectan estos conceptos a nuestro bienestar y rendimiento?

Los pensamientos son el mapa mental aprendido a través de la experiencia por asociación; las emociones son los cambios físicos y bioquímicos corporales desencadenados a través de los pensamientos; y los sentimientos son la percepción y la experimentación de estos cambios corporales. El bucle entre estos tres conceptos se produce en el cerebro, que genera una serie de cambios neurofisiológicos en el cuerpo. Estos cambios son detectados por los sensores corporales y la información llega al cerebro. Es entonces cuando, junto con los pensamientos asociados,  se generan los sentimientos correspondientes a la emoción.

Las emociones alteran el ritmo cardíaco y respiratorio, la presión arterial, el sistema endocrino y el sistema inmunológico, entre otros. Todos estos cambios afectan a nuestro bienestar físico, emocional y mental e influyen en nuestro rendimiento. Tener autoconciencia de las consecuencias que los pensamientos, las emociones y los sentimientos desencadenan en nuestra persona y saber autocontrolar y gestionar estas consecuencias es la clave para gozar de un bienestar íntegro que repercuta positivamente en nuestro rendimiento. El cerebro, más bien, los tres cerebros de que disponemos, tiene mucho que ver en este proceso. La semana que viene conoceremos un poco más qué función realiza cada uno de nuestros cerebros y cómo influye en nuestros pensamientos, emociones y sentimientos.

Lectura recomendada: El error de Descartes: la emoción, la razón y el cerebro humano de Antonio Dámasio

Y la próxima semana… “Los tres cerebros”