Las distorsiones de la escucha

Lunes 9 mayo 2011 11:23
Escrito por Rosó Marcellés Doménech

Comentábamos en el post anterior, que la pérdida de la capacidad de la escucha, cuando no existe una patología manifestada (otitis recurrentes, contaminación acústica, pérdida de audición por afectación del nervio auditivo, etc.), se produce como mecanismo de defensa psicológico del ser humano ante situaciones que no puede o no quiere afrontar, que le perturban y ante los cuales pone distancia. La escucha se ve perturbada cuando el cerebro no puede concentrarse en el mensaje auditivo que recibe, para analizarlo e interpretarlo, y ya no puede gestionar de manera satisfactoria la emoción que este mensaje puede desencadenar.

El proceso es debido a una inhabilitación por contractura de los músculos más pequeños de nuestro cuerpo humano y que están en el oído medio, el músculo que corresponde al hueso del martillo y el que corresponde al músculo del hueso del estribo. El primero regula la presión del tímpano. Si la presión no es correcta, el mensaje del emisor, no llega íntegro al cerebro. Está sesgado. Dejamos de atender, de escuchar unas determinadas frecuencias y por ello “entiendo algo distinto a lo que me dices”. A su vez, el músculo del estribo regula la presión de los líquidos del oído interno y, si ésta no es la adecuada, nuestra amígdala del sistema límbico, ante el estímulo sensorial y debido a la agitación de los líquidos, interpreta una situación de peligro poniéndose en marcha un proceso de reacción inconsciente impulsiva emocional que predomina por encima de la racional. Hemos activado un circuito corto neuronal de autodefensa. La información no ha pasado por el neocórtex para ser racionalizada y valorada, ha ido directamente a la amígdala de nuestro cerebro emocional.  “Cuando te hablo, sin motivo, reaccionas con impulsividad”.

El estrés sin autocontrol emocional, la tensión psicoemocional  y la ansiedad son algunos de los factores que provocan que los músculos del martillo y el estribo del oído medio sufran una contractura. De la misma manera que quedan sometidos a tensión y contractura ante el mismo proceso otros músculos del cuerpo, como los músculos faciales, que muestran sentimiento de tensión, dolor o sufrimiento, o los músculos de la espalda, que son más percibidos por el ser humano porque provocan dolor.  La contractura del martillo y del estribo conlleva la pérdida de la capacidad óptima de la escucha como aptitud y las consecuencias que de ella se derivan.

Las distorsiones de la escucha influyen negativamente en nuestro bienestar y rendimiento, pues la pérdida de esta capacidad activa, voluntaria, selectiva y de base neurofisiológica,  provoca una disminución de la comunicación y de las capacidades de interacción social, de atención y de dinamización energética mental y física. A la vez, entramos en un bucle,  ocasionando asimismo de nuevo, niveles más altos de estrés, ansiedad y tensión psicoemocional. Afortunadamente, la dimensión humana de la escucha es un proceso mecánico auditivo que puede ser rehabilitado y reeducado.

Lectura recomendada: El oído y la vida, del Dr. Alfred A. Tomatis

Y la próxima semana: “Escucha y dinamización cerebral para el óptimo rendimiento”

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