Educar en las emociones desde la infancia, la clave del bienestar en un futuro

Jueves 19 enero 2012 12:40
Escrito por Salomé Altimira Herce

Los adultos empezamos ya a ser conscientes de la importancia que tienen las emociones en nuestro desarrollo personal, bienestar y rendimiento físico y mental, y del papel que las emociones juegan en nuestra vida diaria, así como del valor añadido que es saber autogestionarlas para obtener lo mejor de nosotros mismos. Pero en este campo, es prioritario y a la vez urgente ir más allá y apostar por educar en las emociones desde la infancia, no sólo para que nuestras futuras generaciones gocen de un mayor bienestar, sino también para empezar a construir una sociedad mucho más autoconsciente, equilibrada y, por qué no, más feliz. Si nos preocupamos por su educación escolar, ¿por qué no podemos hacerlo por su educación emocional, si además de ella depende un buen rendimiento académico?

Uno de nuestros referentes, Daniel Goleman, se muestra contundente en este aspecto, afirmando que “a lo largo de la vida resultan esenciales una mayor autoconciencia, una mayor capacidad para dominar las emociones perturbadoras, una mayor sensibilidad frente a las emociones de las demás y una mejor habilidad interpersonal. Pero los cimientos de estas aptitudes se construyen en la infancia”. Los padres debemos ser guías y a la vez coestudiantes en el camino de aprendizaje emocional de los niños y proporcionarles la preparación interior necesaria para enfrentarse a los desafíos y a las oportunidades de la vida.

Linda Lantieri describe en su libro Inteligencia emocional infantil y juvenil las habilidades a desarrollar desde la infancia, con los padres como guías:
-Autoconciencia: enseñar a los pequeños a identificar los pensamientos y sentimientos y notar cómo influyen en las decisiones y las acciones.
-Autoconciencia social: identificar y comprender los pensamientos y los sentimientos de los demás desarrollando empatía y adaptándose al punto de vista de otros.
-Autogestión: dominar las emociones para que faciliten la tarea que se está realizando y no interfieran en ella, y hacer frente a los obstáculos que puedan aparecer.
-Toma de decisiones responsable: generar, ejecutar y evaluar soluciones positivas e informadas a los problemas y considerar las consecuencias a largo plazo de las acciones para uno mismo y para los demás.
-Habilidades interpersonales: expresar rechazo a las presiones negativas de compañeros y trabajar para resolver conflictos con el objetivo de mantener unas relaciones sanas y gratificantes con el resto del grupo.

Pero, ¿cómo pueden conseguir estas habilidades? Aprendiendo a reconocer sus emociones y cómo cambia su estado emocional ante situaciones concretas. El autoconocimiento de sus reacciones provocará que el niño, cuando se sienta invadido por emociones negativas, sepa reconocerlas previamente y tener herramientas que le permitan reaccionar ante éstas: ya sea mediante la respiración profunda, la evocación de imágenes positivas para crear nuevos anclajes en el cerebro, técnicas de relajación… Todas ellas, pero, deben basarse en la experiencia directa, es decir, si optamos por técnicas de relajación, el niño debe experimentar cómo la tranquilidad afecta a su cuerpo y a sus sentidos.

Ayudar a los niños a conocer y dominar sus emociones es una inversión de futuro. Lantieri afirma que los niños y jóvenes que poseen estas habilidades sociales y emocionales “son más felices, tienen más confianza en si mismos y son más competentes como estudiantes, miembros familiares, amigos y trabajadores”.  Si esto es cierto, el trabajo previo de educación emocional, vale la pena.

Lectura recomendada: Inteligencia emocional y juvenil, de Linda Lantieri.

Transcripción de la entrevista a Linda Lantieri, por Eduard Punset

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