Escrito por Rosó Marcellés Doménech
El oído es la base del funcionamiento y puesta en marcha de la capacidad de la escucha. La escucha tiene un sustrato mecánico-auditivo con una base neurofisiológica. No es un acto únicamente voluntario, aunque una actitud activa, participativa y selectiva es primordial para que exista una buena comunicación, no sólo a nivel interno, sino también con los demás. Tener una escucha activa significa escuchar y entender la comunicación desde el punto de vista de la persona que está hablando, pero también la habilidad de comprender, no sólo el mensaje hablado, sino también los sentimientos, las ideas o los pensamientos que intrínsecamente acompañan la expresión verbal. Pero, ¿qué podemos hacer para mejorar o alcanzar la verdadera actitud de escucha activa?
Algunos de los factores a tener en cuenta para que la escucha se convierta en activa son:
1) El interés por la persona y el tema, es decir, que exista empatía entre emisor y receptor. Si la persona o el tema del que se está hablando no interesa al receptor, se pierde la empatía, éste desconecta y, por tanto, desaparece la actitud de escucha.
2) También es importante tener sentido del tiempo, o lo que es lo mismo, saber cuándo tenemos que intervenir en la conversación y cuándo tenemos que mantenernos en silencio.
3) Parafrasear, verificar o decir con palabras propias lo que nos parece que acaba de decir nuestro interlocutor. Esta acción se centra en los pensamientos y sentimientos de la persona y no en los propios, permite verificar que realmente entendemos el mensaje y hace que el emisor se sienta realmente escuchado.
4) Confirmar o aclarar, es decir, hacer preguntas referidas a lo que la persona explica.
La suma de estos factores da como resultado un feedback cognitivo y emocional que facilita una escucha activa y, por tanto, una buena comunicación. No obstante, hay que tener en cuenta que las situaciones de estrés, ansiedad o angustia sostenida desencadenan cambios neurofisiológicos que afectan nuestro oído y por tanto nuestra escucha (no nuestra audición). Dejamos de tener la capacidad de atender. Cuando ello ocurre, intentar mantener la actitud de la escucha atenta y empática se convierte en tarea difícil y sólo es posible, recuperando la serenidad y el centramiento que van a permitir el desbloqueo neurofuncional para poder adquirir de nuevo la escucha óptima, eficiente y eficaz como aptitud y como actitud.
Lectura recomendada: Escucha eficaz. La clave de la comunicación, de Tim Dugger
Y la próxima semana… “Cómo conseguir coherencia fisiológica. Tecnología emWave”